El concierto acabó alrededor de las 22:30h. Lejos de relajarnos, los nervios nos invadieron más si cabe, pues el gran momento estaba a punto de llegar.
Antes del concierto, James Anderson nos dio los pases con los cuales podríamos entrar al backstage y conocer a los miembros de la banda. Nerviosos como adolescentes ante su primera cita, pasamos al bar donde ya había más gente esperando saludar a los músicos. Por allí estaban Aldo Tagliaferro (presidente de Itullians) y David Reeds (autor del libro Minstrels in the gallery).
El primero con el que pudimos charlar fue con Martin Barre. Realmente, su vitalidad con la guitarra en el escenario, no la pierde cuando se baja de él. Barre se mostró simpático y divertido y accedió de buen grado a fotografiarse con nosotros y a firmarnos en cualquier sitio que le pusiéramos delante. Le entregamos el cd de Tullianos y lo recibió con mucha ilusión. Cristóbal también le entregó una botella de buen vino.
Poco después apareció Jonathan Noyce. El más joven de la banda se mostró también como el más desinhibido. Risas y fotografías se sucedieron mientras nos firmaba autógrafos y le entregábamos una botella de vino y el cd que hicimos para los Tullianos.
Al fondo de la sala se veía a Anderson. No se movía de allí y a nosotros el corazón cada vez nos iba más rápido. Hicimos alguna intentona para que James Anderson arrastrara a su padre hasta nosotros. Al final lo conseguimos y nuestro héroe vino hacia nuestro grupo. ¡Qué difícil es relatar lo que sentimos en aquel momento! El sueño irrealizable de muchos de nosotros se había cumplido. Allí teníamos a Ian Anderson, charlando con nosotros, firmándonos autógrafos, haciéndose fotos con todos los que se lo pedíamos... ¡Qué rápidos pasaron aquellos diez o quince minutos! Hay que decir que Anderson nos sorprendió. Muchos de nosotros nos lo esperábamos encontrar frío y distante. La verdad es que, dentro de su timidez, estuvo simpático y no nos esquivó en ningún momento.
Entregamos a Anderson un cd de Tullianos, un par de botellas de vino de parte de nuestra asociación y una litografía de las que hizo nuestro consocio Josean Fermín Gorosábel. Nos agradeció los detalles y nos dijo que él siempre estaba dispuesto a venir de gira por España si había una buena oferta.
Con los ojos brillantes por la emoción, Anderson marchó hacia otro grupo de fans y nosotros decidimos irnos rápidamente para poder coger el último metro, que salía a las 12 de la noche.
Ya en la puerta del backstage nos encontramos con Doane Perry. Desde su inmensa altura nos agradeció los detalles que le ofrecimos. Fue una pena no poder ver a Andrew Gidding. No sabemos si se marchó o llegó más tarde. Fue una lástima porque él sí que domina un poco el castellano y hubiera sido interesante charlar con él. ¿Habrá ocasión de ello en otro momento...?
Antes del concierto, James Anderson nos dio los pases con los cuales podríamos entrar al backstage y conocer a los miembros de la banda. Nerviosos como adolescentes ante su primera cita, pasamos al bar donde ya había más gente esperando saludar a los músicos. Por allí estaban Aldo Tagliaferro (presidente de Itullians) y David Reeds (autor del libro Minstrels in the gallery).
El primero con el que pudimos charlar fue con Martin Barre. Realmente, su vitalidad con la guitarra en el escenario, no la pierde cuando se baja de él. Barre se mostró simpático y divertido y accedió de buen grado a fotografiarse con nosotros y a firmarnos en cualquier sitio que le pusiéramos delante. Le entregamos el cd de Tullianos y lo recibió con mucha ilusión. Cristóbal también le entregó una botella de buen vino.
Poco después apareció Jonathan Noyce. El más joven de la banda se mostró también como el más desinhibido. Risas y fotografías se sucedieron mientras nos firmaba autógrafos y le entregábamos una botella de vino y el cd que hicimos para los Tullianos.
Al fondo de la sala se veía a Anderson. No se movía de allí y a nosotros el corazón cada vez nos iba más rápido. Hicimos alguna intentona para que James Anderson arrastrara a su padre hasta nosotros. Al final lo conseguimos y nuestro héroe vino hacia nuestro grupo. ¡Qué difícil es relatar lo que sentimos en aquel momento! El sueño irrealizable de muchos de nosotros se había cumplido. Allí teníamos a Ian Anderson, charlando con nosotros, firmándonos autógrafos, haciéndose fotos con todos los que se lo pedíamos... ¡Qué rápidos pasaron aquellos diez o quince minutos! Hay que decir que Anderson nos sorprendió. Muchos de nosotros nos lo esperábamos encontrar frío y distante. La verdad es que, dentro de su timidez, estuvo simpático y no nos esquivó en ningún momento.
Entregamos a Anderson un cd de Tullianos, un par de botellas de vino de parte de nuestra asociación y una litografía de las que hizo nuestro consocio Josean Fermín Gorosábel. Nos agradeció los detalles y nos dijo que él siempre estaba dispuesto a venir de gira por España si había una buena oferta.
Con los ojos brillantes por la emoción, Anderson marchó hacia otro grupo de fans y nosotros decidimos irnos rápidamente para poder coger el último metro, que salía a las 12 de la noche.
Ya en la puerta del backstage nos encontramos con Doane Perry. Desde su inmensa altura nos agradeció los detalles que le ofrecimos. Fue una pena no poder ver a Andrew Gidding. No sabemos si se marchó o llegó más tarde. Fue una lástima porque él sí que domina un poco el castellano y hubiera sido interesante charlar con él. ¿Habrá ocasión de ello en otro momento...?